CATEDRAL, TESTIGO DE LA HISTORIA

LA ERECCIÓN DE LA VILLA DE SAN FELIPE


Camino real tierra adentro
 
Debido a la necesidad de un lugar que sirviera de escala en el largo trayecto entre Parral y Nuevo México, el gobernador Manuel de San Juan y Santa Cruz, ordenó el establecimiento de una nueva villa sobre el camino real. Inicialmente se pensó en traer a todos los delincuentes, pobres y desocupados que vagaban y amenazaban la tranquilidad de las grandes ciudades de la Nueva España para iniciar el poblamiento de la nueva villa, pero gracias al rápido crecimiento del real de San Francisco de Cuéllar esto no fue necesario.

Así que en 1718 se erigió la villa de "San Felipe el Real de Chihuahua", que englobaba a San Francisco de Cuellar y se extendía hasta el río Chuviscar, a lo largo del cual se encontraban ya por ambos lados de la corriente una serie de haciendas españolas que colindaban hacia el norte con la misión de Nombre de Dios. Fue a partir de entonces que comenzó a llamarse "Chihuahua" a la villa de San Felipe.


Eran los primeros años del siglo XIX y así contempló un artista de aquella época la ciudad de Chihuahua. Se pueden observar tres grandes obras arquitectónicas . De derecha a izquierda, la Catedral, el Colegio de Jesuitas y San Francisco.
 
La población de San Felipe creció rápidamente; se dice que en 1722 habitaban en el real un total de entre 8 mil y 9 mil personas de todos los grupos socio-raciales, y en 1730 se reportaron 2 mil familias. Sin embargo, no hay que perder de vista que al crearse la villa de San Felipe, el poblamiento español en la región de Chihuahua tenía ya una antigüedad de aproximadamente 70 años, que estaban diseminados en haciendas a lo largo de los ríos Sacramento y Chuviscar. Muchos vecinos se habían establecido originalmente en las cercanías de Nombre de Dios, misión que proporcionaba abundante la mano de obra, además de encontrarse cerca de las minas de los cerros adyacentes a Nombre de Dios.

Al fundarse San Felipe, la región de Chihuahua tomó el lugar que desde 1686 y durante dos décadas había ocupado Cusihuiriáchic, como punto de convergencia de movimientos de población provenientes de Santa Bárbara y de Sonora. Chihuahua recibió igualmente una parte de los antiguos pobladores de Nuevo México, expulsados en 1680 por los indios pueblo. Como en todos los descubrimientos mineros, la bonanza atrajo a comerciantes y mineros de otras zonas de la Nueva España e incluso de la península ibérica. Todos estos factores concurrieron para darle una gran estabilidad al poblamiento.

Una población de ocho mil habitantes era considerable para la época, si tomamos en cuenta que México a principios del siglo XVIII tenía unos cuarentena mil habitantes, y Lima alrededor de treinta mil. En la villa, los mestizos (45.7%) y los mulatos (12.9%) representaban mas de la mitad de la población, mientras que los españoles el 34.8% y los indios el 6%.

El mapa de 1722

El único plano colonial de la villa de San Felipe que se conoce, data de 1722 y se conserva en el Archivo de la Real Audiencia de Guadalajara. Si bien en el plano se indica que está orientado hacia el sur, su orientación real es hacia el suroeste, notamos que los emplazamientos de las poblaciones en el mapa de 1722 son correctas en cuanto a las distancias relativas entre ellos. Cabe recalcar, sin embargo, que la villa de Chihuahua, objeto central en la representación, ha sido magnificada y ocupa la mitad del mapa, tal y como sucede con frecuencia en planos y mapas antiguos.


Plano de la villa de San Felipe de 1722.
 
El autor recurrió a una serie de símbolos para representar los diferentes elementos del plano. Así, las misiones están señaladas por una casita (Chuviscar, Nombre de Dios), mientras que los asentamientos españoles están indicados por sus respectivas iglesias (casas con cruces). El tamaño de las casas y de las iglesias parece mostrar el tamaño relativo de los asentamientos: la misión de Nombre de Dios es más grande que la de Chuviscar, mientras que la iglesia de San Felipe es más grande que la de La Cañada. Los solares, por su parte, están representados por medio de cuadrados con un semicírculo a manera de puerta.

La iglesia que se muestra en el mapa al final de la barranca de La Canoa, no es otra que la famosa "Hacienda del Cura", llamada "La Cañada", y que visitó el franciscano Fray Simón del Hierro en 1736. Existe hoy en día un rancho con este nombre situado en el mismo lugar. Todavía falta identificar el poblado o hacienda española que se encuentra, en el mapa antiguo, al oeste del río Sacramento, enfrente de la misión de Nombre de Dios. Probablemente se trata de un antiguo asentamiento perteneciente a San Francisco de Cuellar que no había sido absorbido por la nueva villa. Se sabe que este lugar contaba con su propia iglesia, llamada Nuestra Señora de la Estrella.

La urbanización de Chihuahua en el siglo XVIII

Para identificar con precisión los antiguos solares e iglesias del plano de 1722, se localizaron cada uno de los solares en un plano más detallado, como lo es un plano de 1884, como se muestra en la figura. Estos planos guardan interesantes coincidencias, una es que ambos están orientados hacia el sur, solo que en el mapa colonial la villa aparece magnificada, mientras que en el plano de 1884, todas las distancias aparecen de manera realista.


Ubicación de los solares de 1722 en el mapa de 1884.
 
El sargento mayor Juan de Trasviña y Retes, el minero más acaudalado de la región, buscó que la población de San Francisco de Cuellar se ubicara lo más cerca posible de su hacienda, que se ubicaba en los terrenos entre la actual "Plaza Merino" y el río Chuviscar. Por lo tanto en 1714, cubrió junto con su suegro los gastos de construcción de la iglesia parroquial en el lugar donde hoy esta la Catedral, y de esta forma atraer la población hacia ese punto.

Las dos plazas que aparecen en el plano de 1722 todavía existen hoy en día; se trata de la Plaza Trasviña y la Plaza Mayor, hoy plaza Merino y plaza de Armas, respectivamente. La huerta de Trasviña (que también aparece en el plano) todavía era un jardín a mediados del siglo XX, que se utilizaba como salón de fiestas. El actual templo de Nuestra Señora de la Regla, pasando el río Chuviscar, parece estar en el sitió exacto de la capilla que aparece un tanto difusa en el dibujo de 1722. El colegio de los jesuitas, en el emplazamiento del actual Palacio de Gobierno, así como la iglesia de la Tercera Orden Franciscana, aparecen representados en el lugar correcto.


Iglesia de la Tercera Orden Franciscana
 
En un principio, las casas en Chihuahua eran todas bajas y de adobe. El único monumento digno de ese nombre era la iglesia parroquial, construida también de adobe en 1714. En los años veinte, los vecinos de San Felipe proyectaron volver a construir la iglesia que pretendían transformar en catedral y sede de un nuevo obispado. La obra inició gracias a un impuesto que se aplico a la producción de plata, pero el edificio no fue terminado hasta los años cuarenta; lo mismo sucedió con el colegio de los jesuitas, cuya iglesia nunca fue terminada.


Colegio de la Compañía de Jesús.
 
La mayor parte de los monumentos coloniales y edificios públicos que adornan las calles de la villa de Chihuahua, datan de la época de auge de las minas: entre 1720 y 1740. La iglesia de los franciscanos, fue bendecida en 1726, y su torre terminada en 1741. Entre 1730 y 1736 se edificaron el hospital para indios de los franciscanos, las casas reales, la alhóndiga y una nueva cárcel, "muy fuerte, hermosa y bien distribuida" para evitar las fugas de los reos. La casa de ensaye fue inaugurada en 1738. Las capillas de Santa Rita (que pertenecía a la hacienda del minero general José de Orio y Zubiate) y Guadalupe (en el pueblo de los indios yaquis) datan de 1731 y 1738 respectivamente, y por esta razón no figuran en el plano.


Acueducto.
 
Después de mediados de siglo se comenzó a construír el acueducto de la villa. En 1758 se terminaron las torres de la iglesia parroquial. A pesar de la borrasca minera, en los años setenta se levantó un nuevo edificio para la alhóndiga, y en 1772 se construyeron los portales frente a la parroquia para proteger a los pequeños comerciantes de la intemperie. El teatro que se proyectaba construir en 1760 nunca vio la luz, y no fue sino hasta finales de siglo que el hospital brindó servicios a la población. Se estableció la casa del obraje, donde laboraron reos en telares de lana y algodón a partir de 1780. Entre 1789 y 1826 fue restaurada por completo la iglesia parroquial, a fines del siglo XVIII se terminó la portada de cantera que hoy conocemos.

La despiadada destrucción de casas antiguas en la ciudad de Chihuahua durante el siglo XX, hace muy difícil la reconstrucción del paisaje urbano local en el siglo XVIII, sin embargo, con el análisis del mapa de 1722 podemos descubrir mejor su evolución urbanística.

¿Cuál fue la traza original de la villa de San Felipe?

Analizando el mapa de 1722 se puede ver como los solares que se encuentran entre la iglesia parroquial y el colegio de los jesuitas presentan una disposición bastante ordenada a lo largo de tres calles principales (las actuales calles Juárez, Libertad y Victoria), fuera de ellas los solares presentan una distribución más o menos caótica, hacia el este principalmente. En base a esto se puede suponer que esta fue la original la traza de la villa.

El plano de 1722 reproduce solo una parte de la villa de San Felipe, ya que los solares allí representados ocupan una extensión de aproximada de un kilómetro, mientras que en la documentación que acompaña este mapa dice que la población se extendía por casi una legua, unos cuatro kilómetros, y dos años después José Neumann declara que el espacio poblado era de dos kilómetros. Los pueblos y villas coloniales solían presentar formaciones irregulares conforme se alejaba del núcleo central, el primitivo Chihuahua no fue la excepción, estos asentamientos estaban formados en su mayoría por los pobladores de más escasos recursos, los cuales tenían que edificar sus casas lejos del río. Además de que en ambos márgenes del río había establecimientos mineros dedicados al beneficio de metales que no aparecen en el mapa.


Plano elaborado tomando como base la información del mapa de 1722
 
En la traza original de San Felipe podemos ver que la disposición de los solares adopta la forma clásica de tablero con la peculiaridad de que la iglesia no ocupa el centro de la misma, sino que se encuentra en el extremo sur de la población, la cual se extiende hacia el norte en forma alargada paralela al río Chuviscar. Esta forma se debe básicamente a dos factores: el río Chuviscar, y el camino real.

Los solares se establecieron cerca del río para facilitar el abastecimiento de agua y del la camino real de Parral a Santa Fe, que al pasar por el centro de la villa se denominó calle Real. Tanto los primeros vecinos como las iglesias se asentaron a los costados de esta vía, que era la actual calle Victoria hasta chocar con el colegio de la Compañía de Jesús, que lo rodeaba para proseguir por la actual calle Libertad hasta salir de la población, pasando por enfrente de la iglesia de la Tercera orden. Es de notar que las tres iglesias de la villa estaban ubicadas sobre el camino real, la iglesia parroquial, la iglesia del colegio de los jesuitas, bajo la advocación de Nuestra Señora de Loreto (que se encontraba en construcción en 1722) y la iglesia de la Tercera orden (actual iglesia de San Francisco).

Otro factor que influyó en la traza del antiguo Chihuahua fue el enorme liderazgo político, social y económico del argento mayor Juan Antonio de Trasviña y Retes, cuya hacienda fue anterior a la fundación de Chihuahua y se localizaba frente a la actual plaza Merino, entonces llamada plaza de Trasviña. Este personaje, aparentemente en un acto de generosidad costeó la edificación de la primera iglesia parroquial, en el lugar donde hoy se encuentra la Catedral, terrenos adyacentes a su hacienda, lo que le permitió reservarse para sí mismo los mejores terrenos de la villa. De tal forma Trasviña utilizó su influencia para evitar que nuevos asentamientos al sur de la iglesia parroquial, ya que no quería que estos vecinos reclamaran derechos sobre el agua que corría de sur a norte, a un costado de su hacienda. No fue sino hasta 1722 que se vio obligado a aceptar que se algunos vecinos se establecieran allí, amparados por las autoridades municipales.

Las calles principales de la villa de San Felipe se encontraban también algo separadas del río, debido a que la hacienda de beneficio de metales y huerta del ya muchas veces mencionado Trasviña y Retes se encontraba en esa zona. Trasviña construyó una acequia que tomaba agua río arriba, para utilizarla en su huerta y hacienda y depositar el excedente de nuevo al río, ya sumamente contaminada debido al procedimiento con mercurio para beneficiar metales. Para compartir esta agua con la huerta del colegio de los jesuitas Trasviña construyó un ramal de la acequia que pasaba al este de la villa, acequia que no quería compartir con los vecinos, por lo que para protegerla impidió la traza de otra calle al oriente de la calle real (actual calle Victoria), tal como se hizo al sur de la iglesia parroquial.


En esta foto de finales del siglo XIX, nos muestra la calle Libertad, que según un plano de 1860 se llamaba calle del Colegio, todo parece indicar que la traza original de la villa de San Felipe estaba comprendida por las actuales calles, Victoria, Libertad y Juárez, entre la iglesia parroquial y el colegio de la Compañía de Jesús.
 
La iglesia y colegio de los jesuitas, fue otro factor que impidió el desarrollo armónico de la villa de San Felipe, ya que estos se ubicaron en el extremo de la calle real, eliminando la posibilidad de expansión de manzanas hacia el norte por esta calle, de tal forma que los transeúntes topaban con el colegio al querer salir hacia Nuevo México.

Entonces la acequia hacia el oriente, la hacienda hacia el poniente, las pretensiones de Trasviña hacia el sur y la Compañía de Jesús al norte, entorpecieron el desarrollo armónico de San Felipe. Por esta causa, gran parte de la población se encontraba diseminada a lo largo del río, fuera de la aglomeración propiamente dicha, siendo que aún había espacio suficiente entre el arroyo de la canoa y el arroyo de la manteca para que nuevos vecinos edificaran sus casas. Es probable que la traza original de las tres calles de las que se componía San Felipe (hoy las calles Juárez, Libertad y Victoria) se haya efectuado con la idea de crear una cuadrícula, aunque los solares no fueron realmente cuadrados sino rectangulares. estas calles estaban unidas por medio de callejones que permitían el paso entre ellas.

San Felipe no fue una población totalmente minera, ya que aún cuando las haciendas de fundición y beneficio se encontraban a lo largo del río, en la villa vivían sobre todo artesanos, comerciantes y hacendados, es por eso que Chihuahua a diferencia de la mayoría de los asentamientos mineros si tuvo en un principio una traza ordenada. A mediados del siglo XVIII se prohibió el establecimiento de haciendas dentro de los límites de la villa, petición realizada desde 1720 a la Audiencia por los vecinos de la villa, para que se les asignara un ejido de tres cuartos de legua por cada viento, petición que fue pospuesta para otro momento, y mientras tanto Trasviña y Retes seguía contaminando las aguas del Chuviscar con mercurio e impedía el poblamiento del sur de la villa.

Fue en 1747, cuando Francisco de Güemes y Horcasitas adjudicó un ejido, dehesas y propios a San Felipe el Real de cinco leguas por cada viento, tomando como centro la iglesia, con el objeto de que el poblado tuviera lugar suficiente para el ganado del abasto de carnes y para el copioso número de bestias que demandan el comercio y las haciendas de beneficio de metales. El ejido era de tamaño considerable tomando en cuenta que la mayoría de los pueblos y villas gozaban de una legua por cada viento de ejido. Se concedió esta enorme extensión a Chihuahua, tomando en cuenta la "vasta largura de tierras", su crecido vecindario, sus actividades mineras y comerciales, pero también para favorecer su crecimiento y que sus habitantes resguardaran esas tierras aparentemente amenazadas por potencias extranjeras (los franceses se habían establecido en la Louisiana y se temía una posible invasión), además de contener a los indios en guerra desde 1745.


Cramaussel, Chantal. Chihuahua, Horizontes de su historia y su cultura, tomo 1. Grupo Milenio. 2013. pags.51-69