LOS AÑOS 80

LA ARQUIDIÓCESIS DE CHIHUAHUA EN LOS AÑOS 80

PBRO. DIZÁN VÁZQUEZ L.

Se reactivan las estructuras

En la década de los 80 la arquidiócesis de Chihuahua se dedica a consolidar la obra de renovación que con tanto trabajo, y con tantos avances y retrocesos, se había llevado a cabo en la década anterior. Las estructuras que se habían renovado o creado conforme al Concilio vaticano II se someten a evaluación y todas las fuerzas se orientan a consolidar las que se consideran válidas. Algunas de esas estructuras, como son las diversas comisiones pastorales, que habían decaído y entrado en receso a finales de los años 70, se vuelven a establecer, ahora con bases más sólidas. Tanto estudio y reflexión, así como los logros y los muchos fracasos hacen que los agentes de la pastoral tengan ahora una idea más clara de lo que quieren.

Como señal de que se quiere retomar el proceso de renovación iniciado con la década de los 70, a partir de enero de 1980 se inicia una amplia difusión del “Objetivo General de Pastoral de la Arquidiócesis de Chihuahua”, a fin de que todo el pueblo católico lo conozca y tenga un punto de referencia para comprender el rumbo que lleva la acción pastoral. Aunque en un estilo excesivamente técnico, difícil para los no habituados a este lenguaje, no resisto la tentación de reproducirlo aquí porque es una síntesis de todo lo que se ha caminado y de lo que se quiere lograr: “Activar el servicio de promoción comunional / al hombre concreto en la Iglesia particular de Chihuahua, / mediante la acción pastoral participativa de los tres sectores / y partiendo del conocimiento sistemático de la realidad / estructurarlo en áreas y niveles de operación, / dentro de un contexto de planeación dinámica y control retroalimentador permanentes, / con sistemas adecuados de información y de decisión, / para que, teniendo a Cristo como centro, / se apliquen los recursos con inspiración liberadora y en forma óptima, / de tal modo que pueda proyectarse la imagen de una Iglesia viva y comprometida en la promoción integral del hombre”.

Un instrumento de primer orden en ese tiempo para impulsar y consolidar la pastoral diocesana son las reuniones generales del clero, que se realizan una o dos veces al año. En cada una de ellas se estudian las necesidades más importantes y se establecen las estrategias para atenderlas. La reunión del 11-12 de enero de 1981 se dedica a la pastoral de las vocaciones sacerdotales y al seminario.

Se vuelve a poner especial atención a la unificación y promoción de los laicos. Para ir caminando hacia el restablecimiento de la Comisión Diocesana de Laicos, se crea el 2 de octubre de 1981 el Colegio de Asesores Eclesiásticos de las Organizaciones Apostólicas de Laicos, quedando al frente de ella el P. Luis Padilla, rector del Seminario. El 17 de noviembre del mismo año, en la 2ª reunión de Dirigentes de los Movimientos y Grupos Laicales y sus Asesores Eclesiásticos, se establece una comisión provisional para organizar la Comisión de Laicos. Finalmente, el 26 de marzo de 1982 don Adalberto establece formalmente la nueva Comisión y aprueba sus bases constitutivas. El 18 de abril la presenta a la comunidad en una Misa en la Catedral.

En la reunión del clero del 12 al 14 de enero de 1982 se hace una evaluación de la aplicación que se ha hecho de la 1ª Carta Pastoral sobre “Evangelización” y se descubren las áreas más urgidas de atención pastoral en la diócesis. Se destacan tres áreas urgentes: Familia, Clero y Laicos. A ellas se añaden otras cuatro más: Juventud, Pobres, Liturgia y Pastoral Vocacional. Las ricas reflexiones y conclusiones de esta reunión se recogen en el libro “Prioridades pastorales y proyectos” publicado por Editorial Camino en octubre de ese mismo año.

Evangelización


Don Adalberto en la Misa de envío, en una Misión Evangelizadora en San José de la Montaña.
 
No se podrá entender la acción de la Iglesia de Chihuahua en los años 80 si no se comprende que su principal preocupación fue la evangelización, y que sólo en estrecha referencia a ésta emprendió todas sus acciones. La Iglesia de Chihuahua asumió con verdadera pasión la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi de Pablo VI, que dice: “Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad... Lo que importa es evangelizar, no de una manera decorativa, como con un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces, la cultura y las culturas del hombre... tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las relaciones de las personas entre sí y con Dios”.

De acuerdo con la consigna aceptada por todas las diócesis de la Región Pastoral del Norte, la mayoría de las parroquias de Chihuahua ya estaban dando a los fieles desde 1972 una preparación para recibir los sacramentos, especialmente el Bautismo, la Primera Comunión, la Confirmación y el Matrimonio. El primer periodo se caracterizó por la libertad de iniciativa que llevó a una gran variedad de métodos y diseños de preparación presacramental. El 11 de febrero de 1982 se pide a las parroquias que envíen al obispado los diseños o manuales que estén usando en la preparación presacramental, para compartir y unificar criterios.


P. Alfonso Navarro
 
Por una benéfica influencia del Movimiento de Renovación en el Espíritu Santo, muy en auge en ese tiempo, se fortalece cada vez más en los sacerdotes la convicción de que no se puede lograr una auténtica evangelización sin el anuncio del kerygma, es decir, el anuncio fundamental de la fe cristiana. Para profundizar en esta dirección, el clero de Chihuahua participa del 17 al 21 de mayo de 1982 en un curso de “Evangelización Fundamental” impartido por el P. Alfonso Navarro, misionero del Espíritu Santo y especialista en el tema. Para septiembre ya los sacerdotes de la ciudad de Chihuahua presentan un Plan de Evangelización que debe ponerse en marcha en cada parroquia y que comprende tres pasos: 1. Evangelización fundamental, 2. Catequesis, 3. Formación de pequeñas comunidades en cada parroquia. El 24 del mismo mes don Adalberto declara la arquidiócesis “en estado de evangelización permanente”. Con esta medida el arzobispo extiende a toda la diócesis el Plan de Evangelización ideado por los sacerdotes de la ciudad episcopal. Para reforzar esa medida, la reunión del clero de noviembre de ese año tiene como tema “La evangelización fundamental y el proceso evangelizador” y por consigna de dicha reunión se publica en enero del 83 el libro “Taller sobre evangelización fundamental y proceso evangelizador”, escrito por el P. Luis Padilla para servir como manual para impartir la evangelización fundamental o kerygma. Los sacerdotes fueron los primeros que vivieron ese “taller”. Con la 3ª Carta Pastoral la evangelización fundamental cobró nuevo impulso y en 1986 se elabora un documento titulado “La Evangelización Fundamental”, destinado a aportar un sólido apoyo doctrinal a la impartición del kerygma.

Por su parte, la Comisión de Evangelización y Catequesis inicia también una nueva etapa partiendo de una encuesta que se practicó en toda la diócesis. La realidad resultante de la encuesta se analizó en la reunión del clero de de septiembre de 1983, que se dedicó íntegra al tema de la catequesis. Esta reunión dio nuevo impulso a la catequesis de niños, jóvenes y adultos y relanzó la comisión con el nombre de Secretariado Diocesano de Evangelización y Catequesis y poniendo al frente de ella, a petición del clero, al P. Vicente Gallo, que se dedicó a ello de tiempo completo. Un esfuerzo especial lo dedicó el nuevo secretariado a la formación de más y mejores catequistas y a la elaboración de manuales y guías para enseñar el catecismo a todas las edades, entre las que destacan las referentes a la Primera Comunión en Familia y la Catequesis del Buen Pastor, según el método Montessori.

Mientras tanto, a medida que avanzaba esta recomposición se fuerzas, se hacía indispensable la reanimación de la Comisión Eclesial de Pastoral, a fin de que la dirección de la acción pastoral no dependiera sólo del arzobispo y de unos cuantos colaboradores sino de toda la diócesis a través de sus representantes. El Consejo Presbiteral, así como algunas comisiones y diversas personas en particular insistían en que se volviera a establecer. Finalmente, el 22 de noviembre de 1984 se inicia de nuevo con el nombre de Consejo Eclesial de Pastoral. Quedan dentro de la Comisión Permanente el arzobispo, el vicario general, el P. Gallo como coordinador, el P. Ríos de la Comisión de Liturgia y el P. Becerra de la de Pastoral Social y el P. Padilla como secretario. El nuevo Consejo insiste en que se formen los consejos parroquiales, que se retomen los objetivos diocesanos, las visitas pastorales, las dos cartas pastorales y las conclusiones de las reuniones del clero. Pide también que se elabore una nueva carta pastoral que tome todos esos elementos y los integre, señale criterios y proponga programas.


Tercera Carta pastoral de Don Aalberto Almeida.
 
El 24 de noviembre de 1985 don Adalberto publica la esperada 3ª Carta Pastoral titulada “El proceso evangelizador y su organización”, que había de ser la Carta Magna de la evangelización en la diócesis, fruto maduro de todo lo estudiado y logrado hasta ese momento, pero sobre todo la carta venía a darle a la acción pastoral de la diócesis la unidad que necesitaba y a señalarle el rumbo adecuado. Así lo dice don Adalberto en su presentación: “En esta carta pastoral nos proponemos, con la ayuda de Dios, hacer una exposición clara, ordenada y precisa, a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio, del proceso de evangelización. Esto nos servirá para unificar criterios, para valorar el trabajo diocesano, zonal y parroquial, y situarlo en el lugar que le corresponde dentro del proceso global de evangelización; nos servirá también para rectificar el camino y para procurar conscientemente y en forma responsable, la continuidad en el trabajo y en los proyectos pastorales. Pero lo que es más importante, de esta manera lograremos que nuestros católicos reciban una formación más sólida y coherente en su fe, vivan todo el asombroso dinamismo de la Buena Nueva y ‘puedan dar razón de su esperanza’ (1Pe 3, 15)”, Esta tercera carta, junto con las dos anteriores, de las cuales es continuación, y con un tercer escrito titulado “Cómo planificar la pastoral parroquial”, redactado por don Adalberto, se publicaron en un solo volumen en 1990 por Editorial Camino y constituyen como un “corpus” doctrinal y pastoral para fundamentar sólidamente el trabajo pastoral de cualquier diócesis y de cualquier parroquia. Me atrevo a decir también que es uno de los documentos más importantes generados en la Iglesia mexicana en este siglo que, además, no es sino una bella síntesis y mosaico armonioso de textos de la Sagrada Escritura y del Magisterio de la Iglesia.

Imposible hacer aquí una reseña de la carta. Sólo mencionaré que presenta y desarrolla como elementos esenciales del proceso evangelizador, sin los cuales no puede darse una auténtica evangelización integral, los siguientes: 1. El kerygma o evangelización fundamental, que invita a una conversión personal a Cristo como Salvador; 2. La experiencia de comunidad, vivida sobre todo a partir de pequeñas comunidades cristianas; 3. La catequesis como maduración en la fe; 4. La recepción consciente de los sacramentos de la fe como alimento de la vida espiritual; 5. La dimensión social de la fe, que lleva al cristiano al compromiso de sanear las estructuras sociales con la luz del Evangelio; 6. La dimensión ministerial de toda la comunidad cristiana, es decir el compromiso de todos sus miembros en la buena marcha de la Iglesia; 7. Y, como elementos imprescindibles en el proceso evangelizador, la acción del Espíritu Santo, la oración y el testimonio.

Pastoral social.


Mons. José A. Llaguno, obispo de la Tarahumara
 
Muchas cosas se van a quedar en el tintero por no caber en esta apretada síntesis, pero hay una que no podemos omitir, porque hizo historia y repercutió más allá de los límites diocesanos y aun nacionales. Me refiero a la acción social y política que desarrolló la Iglesia de Chihuahua en esta década, en continuidad con la anterior y de acuerdo con uno de los pasos del proceso de evangelización integral señalado en la 3ª Carta Pastoral: la dimensión social de la fe.

Ya en la reunión del clero de enero del 82 se señaló, según dije antes, como una de las prioridades pastorales la opción preferencial por los pobres. Ahí se decidió también que sin dejar la labor asistencial de la Iglesia, se fortaleciera también la línea promocional, analizando las causas de la pobreza, denunciando las injusticias y ayudando a los marginados a ser ellos mismos los protagonistas de su propio desarrollo, como lo habían hecho en la década anterior, entre otros, los padres Bravo, Aguilar y las Hermanas del Servicio Social. Se insistió en la difusión de la doctrina social de la Iglesia y en la reorganización de la Comisión de Pastoral Social para que fuera ésta la que guiara esa tarea.

Lugar importante en la organización de las clases populares lo tienen las Comunidades Eclesiales de Base. Los obispos en general las apoyan y las orientan. Por ejemplo, siete obispos participan en el XI Encuentro Nacional de CEB y emiten un comunicado; entre ellos están Llaguno y Romo, de la Región Pastoral del Norte, y el 19 de abril de 1985 los obispos del estado de Chihuahua, Almeida, Talamás, Goizueta, Chávez y Llaguno, envían desde México un saludoa las CEB de sus diócesis. En mayo del 85 las CEB de Chihuahua comienzan a publicar un boletín en el que informan de sus actividades. El 17 y 18 de marzo de 1986 se celebra en Cárdenas el VII Encuentro Diocesano de CEB en el que participan 300 miembros de 16 comunidades y debaten sobre la situación de los obreros y campesinos y sobre la contienda electoral del momento. En octubre del 88 el P. Marins, reconocido promotor internacional de las CEB viene a Chihuahua a impartir un curso.

Dado que la 3ª Carta Pastoral oficializa las pequeñas comunidades como estructura pastoral diocesana dentro del proceso de evangelización, la reunión anual del clero de noviembre de 1987 se dedica a profundizar en este tema, y como se estaban viviendo en la diócesis varios modelos de pequeñas comunidades, se decidió crear un modelo diocesano propio que contuviera lo mejor de cada uno de esos modelos. Ese estudio se publicó en un folleto titulado “Pequeñas comunidades cristianas” que debía servir de guía para su creación en todas las parroquias, al que se añadió después un manual operativo, y se creó un equipo para promoverlas.

El padre Camilo


Padre Camilo Daniel Pérez
 
En los 80 se distingue entre los sacerdotes por su liderazgo social el padre Camilo Daniel Pérez. Nació en Ocampo en 1944 y entro al seminario de Chihuahua a los doce años. Alumno aventajado por su inteligencia y su disciplina en el trabajo, estudió en Chihuahua y en México y se ordenó el 20 de diciembre de 1969. Ya como sacerdote se especializó en la Sagrada Escritura en Roma. En el Seminario Regional fue primero maestro y durante seis años rector hasta 1981 en que fue nombrado párroco de Anáhuac. Ahí se puso en evidencia su vocación de luchador por la justicia social y los derechos humanos. Al darse cuenta de las condiciones en que vivían los campesinos los animó a unirse y promovió la creación, en 1985, de la Unión para el Progreso de los Campesinos de la Laguna de Bustillos (UPCALA).

La Unión promovió bajo su liderazgo varias mejoras en las comunidades campesinas de su parroquia. En 1986, buscando que se mejoraran los precios de garantía del maíz y del frijol, promueve, junto con Humberto Ramos Molina y Antonio Becerra Gaytán, la fundación del Frente Democrático Campesino, que luego se extendió por todo el estado. Los compromisos que asumió lo convirtieron en un sacerdote sumamente controvertido, sobre todo para las autoridades civiles y para quienes veían afectados sus intereses, pero se puede decir que don Adalberto y la mayoría de los sacerdotes de Chihuahua siempre lo apoyaron. Como el P. Camilo no se fue del estado como el P. Carlos Bravo, no lo asesinaron, gracias a Dios, aunque amenazas no el han faltado, ha seguido manteniendo un liderazgo valiente y bien fundamentado en su fe durante el siguiente periodo que no me toca reseñar.

En junio de 1988 , con ocasión de un curso sobre Derechos Humanos organizado por el Vicariato de la Tarahumara, quedó constituida la Comisión de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos, A. C. (COSYDDHAC), al frente de la cual quedó el inolvidable obispo Pepe Llaguno. El P. Camilo y muchas personas de Chihuahua se sumaron con entusiasmo a la nueva organización.

Los sucesos del 86


Francisco Barrio Terrazas, candidato del P.A.N. en las elecciones para gobernador en las elecciones de 1986
 
La reflexión y el compromiso de la Iglesia de Chihuahua en el campo social la llevó inexorablemente a la conclusión de que la deficiente democracia que se vivía en el país no era ajena a la ignorancia y pobreza de las clases marginadas y a la violación de los derechos humanos de todo el pueblo. Esto la llevó también, como exigencia de su fe, a apoyar todo esfuerzo de los ciudadanos por instaurar una democracia menos imperfecta. Así, en vista de las próximas elecciones, don Adalberto publicó el 15 de mayo de 1983 “Votar con responsabilidad. Una orientación cristiana”. Este fue el primero de una serie de famosos y controvertidos documentos que pretendían iluminar con la luz de la fe cristiana el bastante tenebroso campo de la política mexicana y estatal.

Los círculos oficiales quedaron sorprendidos ante este nuevo activismo de la Iglesia en un campo en el que se le había prohibido terminantemente decir siquiera una palabra. El CDE del PRI reaccionó con un escrito en contra, al que don Adalberto respondió de inmediato con una “Declaración” publicada el 23 de septiembre de 1983.

Como ya dijimos, en su Tercera Carta Pastoral, don Adalberto incluye la "Dimensión Social de la Fe" como un ingrediente indispensable en una auténtica evangelización integral, con lo cual convierte en norma oficial en la diócesis el compromiso social de los católicos. "La evangelización... ha de iluminar e impregnar con los valores del Evangelio... todas las dimensiones de la existencia humana: lo social, lo político, lo económico, lo cultural y el conjunto de las relaciones", dice la Carta citando el Documento de Puebla.

El año más interesante en este sentido fue el 86. El 19 de marzo, en plena campaña para gobernador, aparece el documento "Coherencia cristiana en la política. A los católicos que militan en los partidos políticos", firmado por los obispos de Chihuahua, Juárez, Nuevo Casas Grandes, Tarahumara y Torreón. El 6 de julio resulta electo gobernador Fernando Baeza Meléndez. El arzobispo y el presbiterio de Chihuahua, en base a su propia observación y a informaciones públicas y privadas contables, se forman la convicción de que los procedimientos y los resultados de la elección fueron ilegales. "¿Qué actitud debe asumir la Iglesia ante este caso evidente de violación a los derechos humanos de todo un pueblo?", se preguntan. "La Iglesia no se puede quedar callada", fue la respuesta unánime.

Se tuvieron varias reuniones y ya desde la primera se propuso y se aceptó la idea de suspender la misa del domingo 20 ante la inutilidad de cualquier otra forma de expresión. La medida se votó en secreto y fue aprobada por unanimidad. El domingo 13 de julio, aprovechando el Evangelio del día, se lee en todas las misas una misma homilía preparada para tal efecto sobre la parábola del Buen Samaritano, aplicando el relato evangélico a lo acontecido en Chihuahua. Con la homilía se anuncia la suspensión de misas para el siguiente domingo en señal de penitencia y desagravio a Dios por ese "pecado social" y se invita al pueblo a convertir ese día en una jornada de ayuno y oración. El mismo 13 de julio Mons. Llaguno, obispo de la Tarahumara, junto con sus sacerdotes, envían a la arquidiócesis de Chihuahua una carta con su "adhesión personal y corporativa".

La noticia de la anunciada suspensión de la Misa se difundió como reguero de pólvora y la reacción del gobierno no se hizo esperar. Manuel Bartlett, secretario de gobernación, pide a Prigione, representante del papa en México, que intervenga para que no se dé en Chihuahua la anunciada suspensión de la misa. En esos días Prigione llegó a telefonear a don Adalberto hasta siete veces. Finalmente, al ver que el arzobispo de Chihuahua se mantenía firme y que, según sus propias palabras, sólo cedería ante una orden expresa del Santo Padre, Prigione se las arregló para hablar al Vaticano, aunque no con el papa y ni siquiera con el cardenal secretario de estado, y convenció a don Adalberto que el papa mismo había prohibido la suspensión de la misa. Mientras tanto, seguían llegando de todo México multitud de apoyos al arzobispo y al presbiterio de Chihuahua de parte de obispos, congregaciones religiosas, organizaciones de laicos y personas individuales, incluyendo a veinte intelectuales de los más destacados del país.

El 7 de agosto los obispos de Chihuahua, Juárez y Tarahumara publican un "Juicio moral" sobre el proceso electoral del 6 de julio y piden la anulación de las elecciones y la realización de nuevos comicios. Todavía el 2 de octubre los mismos tres obispos, con sus respectivos presbiterios, publican una declaración titulada "Camino hacia la paz". En ella reafirman su actitud crítica asumida durante los acontecimientos originados el 6 de julio.

Al darse cuenta por todo lo ocurrido que a los católicos de Chihuahua, como a los de todo México, se les ha mantenido ajenos a una verdadera cultura política que les ayude a promover una auténtica democracia, la arquidiócesis de Chihuahua publica en enero de 1987 un folleto titulado "Talleres sobre la democracia" y promueve la realización de estos talleres en todas las comunidades cristianas de la diócesis. En julio se publica un segundo folleto con las aportaciones que se recogieron en los primeros talleres. Igualmente, para reforzar la acción pastoral en el campo de lo social y lo político con una sólida fundamentación doctrinal, la reunión del clero de octubre de 1986 se dedica al tema "La naturaleza de la Iglesia y su relación con el mundo".

Otros acontecimientos

El 27 de diciembre de 1988 el papa nombra a Mons. José Fernández Arteaga como arzobispo coadjutor de Chihuahua con derecho a sucesión. Toma posesión de su cargo el 25 de enero de 1989. En abril de ese año la mayoría de los sacerdotes diocesanos y religiosos, las religiosas y los dirigentes de las organizaciones de laicos envían al papa una carta de apoyo a don Adalberto con motivo de sus 20 años de obispo en Chihuahua.

Algunos otros logros de esta década:

1980: Se crea el Secretariado Diocesano para la Pastoral Juvenil. Se establecen los ministerios oficiales encomendados a laicos. Se establece el diaconado permanente de hombres casados; los primeros dos fueron ordenados en septiembre de 1981.

1981: Se establece la Editorial Camino.

1984: Se suprimen los aranceles, es decir, el cobro que se hacía con ocasión de los servicios que prestan los sacerdotes a los fieles. Se establece el Museo de Arte Sacro en Catedral.

(PUBLICADO EN EL DIARIO DE CHIHUAHUA, SUPLEMENTO “SIGLO XX”, OCTUBRE DE 1999).